Agresiones a niños con autismo: Mamá, me gustaría poder decir lo que me pasó hoy en la escuela

Agresiones a niños con autismo: Mamá, me gustaría poder decir lo que me pasó hoy en la escuela

Enviado por: el 24 abril, 2013.

Mamá, me gustaría poder decir lo que me pasó hoy en la escuela

Con este significativo título se encabeza una campaña en los EE.UU. para denunciar las agresiones que sufren a diario muchos niños y niñas no verbales en centros de educación. Lamentablemente estas agresiones son más habituales de lo que nos pensamos, los motivos de las mismas son varios, pero todos ellos inaceptables.

Que un niño llegue a casa un día con un moratón, o un chichón, o un golpe del colegio no tiene porque ser precisamente algo terrible, muchas veces los niños jugando se caen, o incluso pueden darse golpes jugando, o mil y una posibilidades más de llegar a casa con una herida ¿Quien no recuerda haber llegado algo magullado a casa de pequeño? Es decir, que a priori, el que un niño pueda llegar un día a casa con un golpe no debe ser un signo evidente de agresión. Pero ¿qué sucede cuando hablamos de niños que no son verbales o que no tienen una buena comunicación? ¿cómo sabemos qué pasó en el colegio? ¿qué sucede cuando descubrimos los moratones o golpes del niño cuando lo vamos a bañar por la noche? Porque nuestro hijo no puede decir lo que el pasó hoy en la escuela.

El que un niño con autismo (por ejemplo), y sin una comunicación funcional, llegue a casa con un moratón, tampoco es un signo inequívoco de que haya sufrido alguna agresión, pero, lo malo es que no se nos comunique justo en el momento de ir a recoger a nuestro hijo con un “Hoy Carlos se cayó en el recreo y se dio un golpe en la rodilla, pero no se preocupen, lloró un poco, pero no fue nada”, o algo similar. Lo malo es que sea al otro día cuando tengamos que ir a pedir explicaciones. Se supone que un niño con este perfil debe tener una mayor vigilancia o supervisión, por motivos obvios, de forma que si sucede algo el equipo del centro esté pendiente. Y aquí podemos encontrarnos con diferentes escenarios y posibles situaciones.

El niño se autoagrede, y por eso tiene esos moratones. Y si el niño se autoagrede, ¿qué hacía el equipo del centro en ese momento, tomar café? ¿Por qué han dejado que se golpee? ¿O no fue él quien se produjo los hematomas? …

El niño tuvo un berrinche tremendo y se quería dar golpetazos con la cabeza contra el suelo y tuvimos que llevar a cabo un bloqueo, y por eso el niño tiene esos moratones en brazos, u hombros, o donde sea. Quizá si el niño tiene 15 años (por tanto un adolescente, pero esto también es valido para adultos), mide 1,80 mtrs y pesa 90 kilos, en pleno ataque de furia pueda ser ciertamente difícil bloquearlo, pero entonces las preguntas serían:

  • ¿Cual es el protocolo del centro para el uso de las contenciones físicas?

  • ¿Está aprobado este protocolo por el comité ético?

  • ¿Son informadas las familias de este protocolo?

  • ¿Tenía el personal la adecuada formación y entrenamiento para el uso de contención física en niños y adolescentes?

  • ¿Existe un protocolo de revisión periódica del procedimiento de intervención?

  • ¿Existe un informe de valoración individual que identifique las consecuencias, necesidad o contraindicaciones de la intervención física?

  • ¿Existe un informe de evaluación conductual y plan de intervención?

  • ¿Existe un registro de la intervención física? Y si existe, ¿Se le entregó a la familia?

  • ¿Existe un consentimiento informado para la utilización de contenciones físicas?

 Es decir, que si el centro, por la razón que sea, en un determinado momento debe emplear una contención física, tiene que cumplir con una serie de criterios y la familia debe ser perfectamente informada en todo momento. Una contención física llevada a cabo por personal bien formado no tiene que suponer un dolor a la persona. Si se hace daño a la persona, en ese momento ya no es una contención y se convierte en una agresión.

Pero en el caso de niños pequeños la cosa es aun más delicada, y también deben cumplirse de forma estricta los puntos antes mencionados. Las “contenciones” a niños pequeños son bastante más sencillas. Provocarle hematomas a un niño pequeño por una presunta contención es inadmisible y se convierte automáticamente en una agresión.

Otra posibilidad es que hayan sido otros niños quienes le han causado los hematomas o heridas. Lo normal es que si otro niño ha mordido a nuestro hijo y le marcó los dientes, nuestro hijo lloró, o se revolvió, es decir, que no fue una acción de un segundo (son niños, no ninjas). Por tanto el personal del centro debió advertirlo, y si no lo hizo, ¿estaban tomando café? Es decir, no cumplieron su labor de vigilancia. Si una cosa así sucede, los padres deben ser informados de lo que sucedió y de las medidas que se van a tomar para evitar que se repitan en un futuro. Quizá los mordiscos sean una de las acciones más comunes, pero una cosa es que de forma puntual un niño llegue a casa con un mordisco y otra es que, o bien el mordisco sea de primera división o que sea algo habitual, esto ya sería inadmisible.

También hay otro escenario, y es que las agresiones se las provoquen los empleados del centro o colegio, esto no es tan habitual, pero sucede.

Si un niño presenta golpes o moratones con excesiva frecuencia deberemos pues tomar cartas en el asunto. Es importante hacer fotografías e ir al médico y que levante un parte de lesiones donde documente de forma detallada las lesiones del niño. Ante una reclamación es mejor disponer de pruebas que tengan validez. Sobre la frecuencia, también conviene puntualizar, ya que cada caso puede ser diferente. Por ejemplo, un niño que adora subirse a cualquier cosa, que no está quieto ni dos segundos y que de forma habitual (incluido cuando está con la familia) se golpea, ya sea porque se sube a muebles, árboles, o incluso en los parques, pues ya vemos que de normal va siempre señalado, no podremos por tanto acusar al colegio de que el niño se cayó cuando en casa también lo hace, aquí si que en menos de un abrir y cerrar de ojos un niño nos puede dar un susto gitanesco, pero ante un perfil así de niño, lo normal es que los padres sean conscientes de esto y que en el propio colegio nos lo hayan dicho, incluso que el personal del colegio esté en un estado contínuo de tensión. Porque esto también pasa, aquí si que habría que eximir parcialmente al colegio. Ojo, parcialmente, ya que si el niño es del tipo inquieto kamikaze en el colegio deberán de poner los medios para que el niño no esté en una situación de riesgo. Y en cuanto a la frecuencia, bien, que un niño de forma esporádica pueda traer algún golpe, es casi normal, pero ojo, algo que entendamos que es aceptable. Si un niño trae cada semana algún hematoma, chichón o herida, francamente, algo está pasando.

Un niño que está siendo agredido físicamente puede no presentar signos visibles, por ejemplo, bofetones, empujones,…, son agresiones pero no dejan marcas ¿Y cómo detectamos una situación así? Hay diversos síntomas en la conducta del niño que pueden ser de utilidad, por ejemplo, hacerse pipí en la cama por la noche, tener pesadillas, presentar estados de ansiedad, no querer ir al colegio sin un motivo aparente, presentar conductas agresivas, rechazar el contacto con extraños de forma súbita, asustarse con facilidad,…, son algunas de las conductas que nos pueden alertar. En el artículo sobre abusos sexuales a niños con autismo también abordamos las conductas que el niño puede presentar, podemos aplicar también los mismos criterios para detectar posibles agresiones o maltrato físico al niño. Ante una situación de maltrato sin marcas visibles la cosa es algo más compleja, pero en cualquier caso debemos denunciar esta situación.

Otro escenario es donde el niño es agredido por sus compañeros, esto es un sinónimo de una dejación clara y evidente del equipo del colegio, aquí no hay excusas que valgan, es totalmente inaceptable que esto suceda. Culpar a los otros niños de que sean unos canallas es la vía fácil, pero los responsables finales no son los niños, es el equipo del centro que por desidia y dejación de funciones permiten que esto suceda.

Ante cualquier situación de este tipo, debemos ser firmes y contundentes en nuestras acciones y respuesta, pero es muy importante el disponer de pruebas que avalen lo que decimos, por eso es importante es recurrir a fotografías fechadas y a partes médicos. Si es necesario se pueden usar grabadoras digitales, de forma que también podamos usar las grabaciones de audio como una prueba. Ante situaciones de este calibre no hay excusas que valgan, hay que pararlas. Además, también evitamos que a otros niños les suceda lo mismo.