Los hombres y los gobiernos no son nada sin nosotras

«Los hombres y los gobiernos no son nada sin nosotras»

LAURA GALLEGO

Islas Canarias08/12/2011

«Las mujeres tenemos que hacer algo revolucionario, mostrar a nuestras familias, a nuestros gobiernos, que sin nosotras no son nada; no lo son como hombres, y tampoco como países». Letty Chiwara, natural de Zimbabue, dirige desde Nueva York la División de África de ONU Mujeres, que encabeza Michelle Bachelet, ex presidenta chilena. Valiente para acusar a los hombres africanos a través de la campaña África Unida contra la violencia doméstica, pero también a los soldados de la ONU que «abusaron de las mujeres que debían proteger» en conflictos como el de la RDA. Valiente incluso para confesar que su propio marido, si no vivieran en Estados Unidos, sino en Zimbabue, cambiaría pocos pañales.

Etiquetas relacionadas

ONU Educación Mujer Violencia de Género revolución emancipación Hillary Clinton Letty Chiwara ONU Mujeres Michelle Bachelet

A su paso por Las Palmas de Gran Canaria, donde visitó Casa África, que alberga la Red de Mujeres Africanas y Españolas por un Mundo Mejor, perteneciente a ONU Mujeres, charló con GuinGuinBali.

Son muchas las voces que lo aseguran, y me gustaría saber si está usted de acuerdo en que el avance del continente africano está ligado inexorablemente al del papel de la mujer en la sociedad…

Me gustaría responder compartiendo una cita de Hillary Clinton durante una visita que hizo recientemente a África, concretamente a Etiopía. Clinton señaló que si las mujeres de África se pusieran en huelga durante un solo día, si no trabajaran durante un día, las economías del continente colapsarían, se irían al traste.

¿Y cree usted que ellas son conscientes de ese poder? 

Desgraciadamente las mujeres africanas no son conscientes del gran poder que tienen y del rol que desempeñan, tanto trabajando cada día en sus propios negocios, o en la agricultura,como cuidando de sus familias. En algunos casos venden productos que ellas mismas realizan para poder enviar a sus hijos al colegio. Algunas, además, trabajan también en lo que se llama economía formal. Sienten que todo esto es su obligación sin ser conscientes de lo que aportan a sus sociedades. Los gobiernos no se han parado tampoco a reflexionar sobre eso, a analizar la contribución de las mujeres y cómo esta contribución sirve de alguna manera como subsidio a los gobiernos, como contribución enorme a la economía de sus países.

Y cuando ONU mujeres se lo plantea a estos gobiernos ¿Qué recepctividad encuentran a la hora de poder aplicar sus políticas en el continente?

Los gobiernos, en general, sí están apoyando a ONU Mujeres, sobre todo en materia de legislación. Ha habido por ejemplo muchos avances en este sentido en favor de los derechos de las mujeres. Lo que nos faltan son recursos, tanto humanos como materiales, para potenciar que las mujeres sean conscientes en primer lugar de su potencial, como comentaba antes, y de los avances legislativos y en materia de políticas con las que se han comprometido sus gobiernos y a las que ellas podrían sacarles partido para poder avanzar. Hay interés pero debemos conseguir aún una mejor predisposición.

Usted ha dicho antes, cuando se ha dirigido a los medios, que es habitual que una mujer africana que ha sido víctima de malos tratos acuda al hospital y oculte lo que ha ocurrido, diga que se ha caído de un árbol, porque hasta la policía tiene tendencia a no considerar delitos estos hechos, ni la propia sociedad en general los castiga. ¿La violencia doméstica es el gran reto de su oficina?

Lo es, acabar con la violencia de género es nuestro gran reto, pero también lo es en el resto del mundo, y es lo que buscamos a través de la campaña África Unida contra la Violencia Doméstica. El problema es que no conocemos ni siquiera los datos. En Etiopía se intentó analizar la situación y se percataron de que no tenían cifras sobre la situación porque no se ha hecho un estudio. Tradicionalmente esa violencia pasa mayoritariamente en la casa, culturalmente está aceptada y sí, si una mujer va a denunciar que su marido le pega la mandarán de vuelta a casa porque está permitido; en un hospital seguramente mentirá y dirá que se ha caído porque culturalmente no puedes acusar a tu marido. En el contexto de esta campaña estamos logrando avances, pero uno de los aspectos fundamentales es fomentar esa denuncia, y que los gobiernos recogan la situación; sensibilizar a las instituciones y trabajar en la recogida de datos junto a la comisión económica de la ONU y las agencias de estadísticas nacionales.

Desde Occidente -y en Occidente, diría yo- se relaciona muchas veces con la religión ¿Qué papel juega, en su opinión?

Independientemente de que sea la religión musulmana o cristiana, sí juega un papel, porque la religión no ve la violencia como un problema; la campaña, de hecho, también incluye a los líderes religiosos, para que tomen conciencia de que no se debe permitir, y de que se trata de un crimen por el que deben ser juzgados en un tribunal. Acabar con la impunidad pasa por trabajar con los líderes religiosos, sin duda.

¿Y qué cree usted que tiene en la cabeza un hombre africano cuando piensa en las mujeres? Quizás el gran cambio está ahí ¿no?

Es sin duda el gran reto. Cambiar la mentalidad no sólo de los hombres, que perpetran la violencia, sino también de las mujeres, para que diga «basta ya», para que denuncien. No quieren hacerlo en muchos casos porque dependen economicamente de él, el hombre es el gran proveedor de recursos y lo que se plantean es que si denuncian y van a la cárcel se quedan sin ese sustento. Por eso una de las principales estrategias es trabajar en el empoderamiento económico de las mujeres.

¿Qué hay de la estructura educativa? ¿Se está corrigiendo para que las niñas y niños no crezcan con esa mentalidad?

En algunos países han incorporado la igualdad de género en los programas educativos para que niños y niñas cambien su mentalidad. Pero la verdad es que la mayoría de los países no lo considera un tema relevante. Hay un largo camino por recorrer y sería la única manera de cambiar mentalidades.

Bueno, quizás es la lucha que han empezado las mujeres en el norte de África ¿Cómo valora su aportación a las recientes revueltas o revoluciones que están sacudiendo el continente y el mundo entero?

Aunque mi oficina se centra más en el África subsahariana, estamos siguiendo de cerca la experiencia del Norte porque puede extenderse, claro. Las mujeres y los jóvenes han decidido levantarse y expresar sus deseos; en Egipto, por ejemplo, el papel de la mujer es clave, lo que demuestra esta revolución es que el empoderamiento de la mujer es fundamental para la reforma democrática, para que los gobiernos cumplan las promesas dadas a los ciudadanos. Desde luego nosotros apoyamos el esfuerzo de cambio, Bachelet ya ha visitado Túnez y Egipto, y nos estamos planteando cómo fortalecer nuestra presencia: vamos a crear un centro regional que tendrá base en El Cairo.

Ha dicho que puede extenderse, la revolución. Parece el momento perfecto también para la revolución feminista…

Las mujeres en África del Oeste son más peleonas, en el Sur se quedan más en segunda fila; pero si no hacemos algo así no veremos cambios relacionados con la emancipación ¡Yo lo apoyaría, desde luego! Necesitamos hacer algo revolucionario, mostrar a nuestras familias y a nuestros gobiernos que sin nosotras, no son nada, ni como hombres, ni como países.  Tenemos que encontrar la semana para hacer la huelga que dice Clinton, porque no somos conscientes de nuestro poder, pero es brutal, los niños no irían al colegio, la comida no llegaría al plato…

Usted vive en Estados Unidos, ¿Le sirve de algo el modelo occidental, o las mujeres africanas deben encontrar el suyo?

Los modelos quizás no funcionan exactamente igual, pero desde mi experiencia, tampoco son tan distintos. La estrategia en África es conseguir que la mujer sienta que su contribución es importante y alce la voz, tenemos que encontrar la manera de llevar esa voz a la arena política. Lo digo porque antes de la colonización el papel de la mujer era importante y estaba valorado; tenemos que traer el valor individual y familiar al nivel colectivo y político.

Son asuntos importantes, pero las mujeres educadas, profesionales, damos muchas cosas por supuestas. Yo tuve un hijo en Estados Unidos y es cuando mi marido tomó conciencia de que debía ayudarme en casa; pero sé que no hubiera cambiado un pañal de haber estado en Zimbabue. ¡Y yo trabajo en Igualdad! Si yo le digo a su madre que su hijo cocina me dirá que qué le he hecho a su hijo. Si estuviéramos en casa mi marido no ayudaría, es así. ¡Es que es tan difícil!, empezando por mi. El reto de las mujeres profesionales es ese, porque los hombres no tienen ni idea de las actividades de los niños, o de cuando tienen que ir al médico…es así en todos los países africanos. A lo mejor consiguen apoyo externo, pero no comparten responsabilidades. Así que yo llevaría el modelo occidental, pero es muy difícil.

Las que lo tienen especialmente difícil, de entre las mujeres, son las lesbianas ¿Trabaja ONU Mujeres con la población homosexual en África?

No es algo que esté incluido como línea específica, pero cuando hablamos de derechos de la mujer, de dignidad….no importa la orientación sexual, y no deben ser discriminadas por eso, ni por tener VIH. En eso sí trabajamos. Donde lo hacemos mano a mano con grupos de activistas que defienden los derechos humanos de la población gay es en Sudáfrica, intentando que no sufran esa doble discriminación. El principal reto es que los gobiernos contemplen sus derechos.

Bueno, al final, todo el trabajo depende de los fondos.¿Qué fuentes de financiación tiene ONU Mujeres y hasta qué punto está garantizado su mantenimiento a medio y largo plazo en este contexto de crisis internacional?

Cuando se constituyó ONU Mujeres se estableció en un principio que obtuviera alrededor de 500 millones de dólares al año, pero la realidad es que en estos momentos contamos con aproximadamente la mitad, lo cual significa estar por debajo del mínimo que se necesita para poder operar. En este sentido se ha desarrollado una estrategia para obtener financiación adicional que está basada en tres pilares, fundamentalmente. Uno es la solicitud a países desarrollados, algo que ha tenido muy buena respuesta. Algunos países han duplicado la financiación que aportaban originariamente. Es el caso de Corea del Sur, Dinamarca, Noruega o Estados Unidos. También se está dirigiendo su estrategia de solicitud de apoyos a países en vías de desarrollo, no tanto o exclusivamente para que aporten apoyo financiero, sino en algunos casos para que presten apoyo de carácter político.
Sudáfrica, por citar un ejemplo en esta línea, ha aumentado la financiación en aproximadamente un cuarenta por ciento y otra veintena de países en vías de desarrollo se han unido a la hora de aportar financiación o han aumentado la cuantía. En este sentido la estrategia da bastante resultados. El tercer pilar es solicitar apoyo al sector privado. Hasta ahora no se contaba con una estrategia definida en este sentido para la obtención de fondos, mientras que otras agencias como Unicef sí la tenían. La estamos desarrollando y confiamos en poder lograr el presupuesto de 500 millones de dólares en 2013.

¿Qué papel juega el Secretariado de la Red de Mujeres Africanas y Españolas por un Mundo Mejor en Canarias?

Precisamente he venido aquí por la importancia del vínculo entre España y África. Casa África está dando seguimiento a las políticas de España en relación con África, por ejemplo. La existencia de esta oficina en Canarias es clave para consolidar esa alianza en el marco del trabajo de ONU Mujeres en África junto a España. El Gobierno español puede ver los resultados de sus políticas y acciones en África.